TOLERANCIA Y RESPETO
Aprovechamos para publicar, de nuevo, una antigua entrada que es visitada periódicamente por muchos lectores. Es una breve descripción de dos valores, cuya aplicación es de gran influencia en el mantenimiento de armoniosas relaciones con nuestros semejantes
La educación de la libertad tiene como complementos la tolerancia y el respeto. No se puede entender la libertad si no se contempla una apertura hacia los otros.
Y a pesar que se habla mucho de estos valores, en realidad son aplicados pocas veces. ¡No hay más que ver cuando se reúnen unas cuantas personas, son pocas las que escuchan! Cada uno dice lo suyo sin dejar intervenir a nadie, y puede constatarse que hay momentos donde todos hablan a la vez.
¿Qué entendemos por tolerancia?
Se refiere a la actitud que adoptamos cuando nos encontramos con algo que resulta distinto a nuestros valores. Implica respeto en primer lugar, y en el mejor de los casos, entendimiento.
Debe tenerse en cuenta que la tolerancia no es sinónimo de indiferencia. No prestar atención, o negar los valores que defiende el prójimo no es una actitud tolerante.
Sin embargo, tolerar no supone aceptar aquellos conceptos que maltratan los derechos de los demás. Si un sujeto defiende, convencido, la “supremacía racial” y busca el exterminio de quienes son diferentes, de ninguna manera significa que debamos tolerar su postura.
En cuanto a respeto
Respetar a los demás es aceptar los límites que nos impone la ética de no invadir el espacio privado de otro sin su consentimiento, no ser arbitrario con él sino más bien consecuente
El respeto hacia los demás supone tener respeto por sus decisiones y por sus sentimientos, aun cuando no estemos de acuerdo ni compartamos sus ideas. Significa que, aceptamos que la otra persona tiene derecho a tener sus propios sentimientos, y a tomar sus propias decisiones.
Se carece de respeto hacia otros cuando defendemos nuestros puntos de vista con excesiva rigidez.
Un defecto que puede entorpecer el respeto y la tolerancia es el amor propio. Este es un mal consejero pues nos hace creer que siempre tenemos la razón y nos dificulta el aceptar que los demás no piensen como nosotros.
La verdad lucirá siempre mejor cuando es defendida con amabilidad, constancia y sin violencia.
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Hasta pronto
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