El insomnio, un malestar muy común
Cual ratón de biblioteca hemos encontrado un artículo por demás
interesante pues trata de un malestar que todos hemos vivido una que otra vez,
y hay quienes lo han experimentado de manera prolongada y sufrida: el insomnio.
Es largo, por lo que hemos decidido publicarlo en tres segmentos para
aprovechar en su totalidad lo escrito por el Dr.José Antonio García
Higuera sobre este tema.
Qué es el insomnio
Algunos
especialistas en estudios sobre el sueño afirman que el insomnio se da más
frecuentemente en personas sin ningún otro problema, por lo que su tratamiento
como elemento aislado es importante. Incluso cuando acompaña a algún otro
problema, su mejora influye de manera importante en la solución de los
trastornos a los que se asocia.
Hay
autores que consideran que la presencia del insomnio puede llegar a precipitar
problemas diversos como la depresión, ansiedad, etc.
Hay
muchas formas de insomnio: tardar demasiado tiempo en dormir, despertarse mucho
antes del momento de levantarse, despertarse muchas veces por la noche o tener
la sensación de que no se ha dormido bien y no se ha descansado.
El insomnio como incapacidad
de conciliar el sueño normal
Colin
Espie, de University of Oxford, propuso en 2002 un modelo para entender el
insomnio como un fallo de los mecanismos que llevan a conciliar el sueño
normalmente. Por ello parte de un modelo de la forma en que se desencadena el
sueño.
Para
este autor, dormir bien es una función automática que se desencadena asociada a
factores como:
1. Una situación fisiológica determinada, es decir, un
cansancio interno.
2. Un momento del día, que es generalmente la llegada de
la noche.
3. Un ambiente adecuado, como una cama y una habitación
agradables.
Estos
estímulos, internos y externos, facilitan:
1. Una desactivación fisiológica, y
2. Una desactivación cognitiva que son necesarias para
que el sueño se desencadene.
Cualquier
fallo en estos elementos puede conducir a dormir mal una noche, pero si se
rompe el automatismo se puede entrar en un proceso crónico que da lugar al
insomnio.
Dentro
del modelo de Espie aparecen dos elementos básicos para conciliar el sueño:
1. El automatismo; porque el sueño aparece cuando quiere
y no podemos hacer nada voluntario e inmediato para conseguirlo. Es más, se da
la paradoja de que los esfuerzos para conciliar el sueño son uno de los
principales motivos para no dormir; ya que pensar que no se va a poder
conciliar el sueño y creer que por lo tanto no se va a estar lo suficientemente
despierto para rendir al día siguiente, enfada al insomne y le lleva a redoblar
sus esfuerzos para dormirse, pero un esfuerzo implica una activación que impide
que se den las condiciones necesarias para dormir porque nos acerca a la
vigilia.
2. La plasticidad. Además del automatismo, Espie afirma que es importante la
plasticidad que permite acomodarse a cambios en el sueño, puede ser un mal día
o un cambio de residencia o un cambio en el horario de trabajo, etc. El que
duerme bien se ajusta de tal manera, que primero no se preocupa por haber
dormido un día mal y segundo el sueño de los días siguientes le permiten
recuperarse fisiológicamente.
Causas del insomnio
De
acuerdo con este modelo, cuando no se dan las condiciones no se dispara la
función automática del dormir. Así, una situación fisiológica no adecuada, un
ambiente físico no propicio y/o una activación fisiológica y/o cognitiva son
los elementos que pueden llevar a no dormir una noche.
Cuando
las condiciones adversas tienen una cierta duración y la persona no tiene la
suficiente plasticidad para acomodarse a ellas se puede producir una ruptura
del automatismo necesario para conciliar el sueño y aparece el insomnio como
problema.
Tratamiento cognitivo
conductual del insomnio
El
tratamiento se tiene que dar para restaurar los mecanismos que se han roto, lo
que implica dar dos pasos,
1. Restablecer las condiciones que disparan el sueño de
forma automática y después
2. Lograr que se establezca el automatismo.
Para
dar el primer paso hay que:
1. Conseguir unas condiciones fisiológicas adecuadas.
2. Mantener una ambiente propicio para el sueño.
3. Conseguir una desactivación física y cognitiva.
Finalmente
para recuperar el automatismo se tiene que acudir al condicionamiento clásico
de forma que los mecanismos anteriores se hagan de forma automática y sin
ningún esfuerzo. Se trata de controlar los estímulos de forma que, por ejemplo,
meterse en la cama desencadene por sí mismo el sueño.
Veamos
como se puede restablecer las condiciones fisiológicas adecuadas para
el sueño. Para ello es preciso
adecuar nuestra conducta de forma que cambiemos los hábitos personales que nos
alejan de ese objetivo. Así, se prescribe:
1. Efectuar ejercicio moderado de forma continuada. Pero
no hacer ejercicio intenso justo antes de irse a la cama.
2. Controlar las variables fisiológicas antes de irse a
la cama. No acostarse con: hambre, sed, ganas de orinar, etc.
3. Llevar una dieta adecuada y no comer demasiado antes
de irse a la cama.
4. Evitar la ingesta de café, te, colas, nicotina o
cualquier estimulante del s.n.c. durante todo el día, y sobre todo en horas
cercanas al sueño.
5. El alcohol inicialmente aumenta la somnolencia y puede
propiciar dormir 4 ó 5 horas, pero aumenta la probabilidad de despertarse en la
segunda mitad de la noche. El metabolismo del alcohol consume mucho agua por lo
que hay que evitar el exceso de alcohol para no despertarse con sed en medio
del sueño.
Continuaremos
con el tema en la próxima publicación. Hasta pronto!!
Fuente:
psicoterapeutas.com
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