La Opción de Vivir Amargado
Hoy transcribimos un interesante artículo relacionado
con un tema, que a pesar de ser tan común, son pocos quienes dedican algo de su
tiempo para expresar sus opiniones al respecto. Esperamos les resulte útil y de su agrado.
La opción de vivir amargado
Dejando al margen los casos de enfermedad y otras situaciones más
complejas o traumáticas, hay personas que viven amargadas la mayor
parte del tiempo. Conoces a alguien así?
Seguramente, has encontrado a personas que se lamentan por los errores
que han cometido; que se quejan como un disco rayado o que son incapaces de
saborear un instante de paz o de placer, porque ya están pensando en los
desastres que se ciernen sobre ellos.
Se sienten desgraciados. Llegas tú (que eres su amigo, su
primo, su compañero de trabajo…), sugiriendo que valoren los aspectos positivos
de sus vidas y que consideren soluciones para sentirse mejor. Pero tu buena
intención no llega lejos.
Ellos prefieren vivir así, amargados. Es su decisión. A ti te choca. Te es
incomprensible que alguien quiera ser desdichado, en lugar de liberarse de ese
equipaje de lamentos y tratar de ser un poquito más feliz.
Sin embargo, hay razones
por las que una persona prefiere regodearse en la amargura. Considera
éstas dos:
1.- La necesidad de atención
Quejarse y autocompadecerse de lo difícil que es la vida para ellos es
una manera sencilla de
llamar la atención y de
obtener la simpatía de otros. Los demás escuchan; les dan consuelo, palabras de
ánimo o soluciones (que quizás les entren por un oído y les salgan por el
otro).
Y la persona amargada se siente bien en su papel de víctima y se acostumbra
tanto a recibir esa dosis de atención contando sus penurias cotidianas, que se
hace adicta a ella.
Para qué va a querer cambiar, si tiene ya tiene lo que busca?
2.- Es lo más cómodo
–Y qué quieres que haga?
Esta misma mañana he escuchado esa pregunta. Una persona de mi entorno
(muy desdichada, se supone) acostumbra a lanzármela con frecuencia después de
contarme su lote de desgracias.
Yo escucho, que es lo que realmente quiere. Eso, y que valore el mérito
que tiene aguantar la que le está cayendo. Acto seguido, le propongo que haga “algo” al respecto;
lo que sea con tal de ir arreglando la situación.
Entonces es cuando me pregunta: “Qué puedo hacer?” Y yo,
ingenuamente, le doy ideas que son rechazadas una tras otra. El error no es
suyo. Es mío.
Esta persona parece estar cómoda en su papel de
amargado. Tiene lo que
quiere (atención y reconocimiento) sin necesidad de esforzarse.
Seamos
claros: Construir una
vida mejor supone esfuerzo, empezando por el de asumir la responsabilidad que cada uno tiene sobre
su propia vida. Buscar soluciones, resolver problemas, perseguir objetivos,
etc. Todo eso supone esfuerzo. Vivir cómodo sin intentar nada nuevo.
… Pero es su decisión
Qué haces cuando encuentras a una persona que no
quiere salir de su círculo de desgracias? Te sientes
frustrado cuando le dices que puede ver la situación de otra manera o probar
opciones diferentes?
Sí, a veces es desesperante. No
sabes cómo ayudarle.
En estos casos, yo intento frenarme en mis juicios. Después de todo, es
su vida y, si la quiere vivir así, quién soy yo para decirle que se equivoca.
También procuro mostrar mi alegría cuando hace “lo contrario”. Es decir,
cuando realiza comentarios positivos, cuando tiene iniciativas para resolver un
problema, etc.
Y lo tercero que hago, evidentemente, es procurar no imitar su “estilo
desgraciado” de vida. Como yo también puedo elegir, elijo no amargarme
fácilmente. Qué eliges tú?
Hasta pronto!!
Fuente:
tusbuenosmomentos.com
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