Ecuatorianos con raro síndrome arrojan luz contra diabetes y cáncer
Son de muy
baja estatura pero prácticamente inmunes al cáncer y la diabetes: unos cien
ecuatorianos que padecen el síndrome de Laron corren mayor riesgo de morir en
un accidente doméstico que por esas enfermedades y pueden aportar valiosas
pistas en la lucha contra ambos flagelos.
Las hermanas Valarezo padecen el sindrome |
Desde su infancia, Lugartda Valarezo, de
29 años, acude a la clínica del doctor Jaime Guevara en Quito, para someterse a
controles periódicos. Lugartda sonríe mientras el médico la reprende. Está muy
por encima del peso ideal para sus 80 centímetros de altura. Las pruebas,
empero, descartan diabetes, lo que según el especialista es probable en una
persona de estatura normal con sobrepeso.
"Tienen una incidencia muy
disminuida de cáncer y no he podido documentar casos de diabetes, pero esto no
quiere decir que no puedan" presentar estos males más adelante, dice a la
AFP este endocrinólogo de 64 años, quien estudia desde los años 1980 el
sorprendente caso de los ecuatorianos con síndrome de Laron.
Guevara
es uno de los responsables de la investigación publicada en 2011 por la revista
estadounidense Science Translational Medicine sobre una comunidad de enanos del
sur de Ecuador con una característica adicional: tras dos décadas de
observación médica ninguno de sus miembros padecía diabetes y apenas uno había
desarrollado un cáncer no letal.
Hay "alrededor de 300 personas con
esta enfermedad" en todo el mundo, señala este científico de la
Universidad San Francisco de Quito. Más de un tercio de esa población nació y
vive en Ecuador, en las provincias de Loja y El Oro, en la frontera con Perú,
de donde varios han emigrado a Quito.
"Un gran servicio a la
humanidad"
Los afectados por el síndrome de Laron
sufren una alteración en el receptor de la hormona de crecimiento, lo que
explica su corta estatura. Son hijos de padres de tamaño común que comparten
una inusual mutación genética. A diferencia de otras personas con enanismo,
desarrollaron una especie de blindaje natural contra la diabetes y el cáncer,
pese a su sobrepeso.
A raíz de ello, científicos de varios
países creen que estos ecuatorianos pueden ofrecer valiosas pistas en la lucha
contra ambas enfermedades.
"Estos pacientes le han prestado un
gran servicio a la humanidad, pero el servicio que le prestarán ahora es
mayor", señala Guevara, y explica: "El mundo está obeso, pero estos
pacientes están obesos y no desarrollan diabetes", debido a sus reducidos
índices de insulina y baja resistencia a esa hormona.
Sin embargo, entre ellos prima la
frustración y la rabia. Varios recibieron un tratamiento hormonal que les hizo
ganar centímetros y mejorar su condición, pero el medicamento es costoso y la
organización sueca que se los suministró gratuitamente suspendió la donación. Y
lo que es peor, señala Guevara, los laboratorios prevén restringir su
producción.
Lugartda y su hermana Maritza, de 25
años, quien también padece de síndrome de Laron, se sienten "privilegiadas
en cierta manera" por su ventaja biológica, pero a su vez agotadas tras
colaborar durante años con la ciencia sin que a cambio se garantice el
tratamiento hormonal para los niños ecuatorianos con el síndrome.
"Si nosotros podemos aportar a la
ciencia para que encuentre la cura del cáncer y la diabetes, que nos ayuden
(...) a suministrar la hormona de crecimiento para los niños afectados, porque
ya no causa efecto en nuestros cuerpos por la edad que tenemos", sostiene
Lugartda.
Rodar por las gradas puede ser letal
Sentadas en la sala de su modesta vivienda, en las
afueras de Quito, las hermanas Valarezo hablan de su condición. En su casa,
donde todo es de medidas comunes, apenas se ayudan con un banco para alcanzar
el grifo de la cocina o la alacena.
"Si no lo hubiéramos aceptado no habríamos estudiado, pero conocemos
a Luis, otro enfermo con síndrome de Laron, que se acomplejaba y no terminó la
escuela", señala Lugartda, quien trabaja como teleoperadora, y enfatiza:
"Hacemos lo que todos hacen. No por ser chiquita no trabajo".
Los afectados por el síndrome de Laron tienen la misma expectativa de
vida que sus parientes normales, aunque están más expuestos a morir en los
primeros siete años por enfermedades como gripe o diarrea, explica Guevara.
Cuando ya son adultos, con su talla pequeña el exceso de kilos puede ser
mortal. Deben "tener cuidado con los accidentes. Rodar por las gradas, en
tres casos, ha sido letal. El tamaño per se y el sobrepeso han causado la
muerte de tres personas" con este síndrome, afirma el endocrinólogo.
Esta mutación genética, sin embargo, no es hereditaria. Maritza, apenas un centímetro más alta que su hermana, sonríe en el
consultorio del doctor Guevera: su hijo Sair, de apenas un año y de tamaño
normal, está en perfectas condiciones. "El doctor ya nos ha explicado
todo, es imposible que nuestros hijos tengan nuestro síndrome", afirma.
Hasta pronto!!
Tomado de El Universal, Enero de 2014
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