Al alimento, con cariño
Como todo ser vivo, los seres humanos necesitamos de la comida para sobrevivir. Y cuando comemos, disfrutamos y amamos la comida ¡Nos aporta felicidad!
Por eso es sorprendente que, si amamos tanto la comida, ¿Por qué dejamos que tantos alimentos se pudran en nuestros refrigeradores? O que se tiren a la basura las sobras de nuestros platos, de nuestras fiestas. O se desechen en abastos, supermercados.
Un tercio de todos los alimentos producidos globalmente se pierde o se desperdicia. Nos encanta la comida, pero no la cuidamos. No la respetamos.
Cuando desperdiciamos comida, también desperdiciamos todos los recursos utilizados para cultivar, procesar, transportar y comercializar esos alimentos. La comida es mucho más que lo que hay en nuestros platos.
¿Sabías que se necesitan unos 50 litros de agua para producir una naranja? ¿los kiwis provienen de árboles o de arbustos? ¿Son los tomates una fruta o una hortaliza? Conocer más sobre nuestra comida, de dónde viene, qué alimentos se producen en cada temporada y qué se necesita para producirlos, aumenta el respeto por lo que estamos comiendo.
Cuando comes estás consumiendo recursos naturales y el arduo trabajo de campesinos, de abejas y otros insectos, de quienes recolectan los alimentos y de todas las demás personas involucradas en conseguir que los alimentos lleguen a tu plato. Aprecia la comida como si fuera una obra de arte.
Respetar la comida significa apreciar la historia que hay detrás de los alimentos. Y también, así se contribuye en la lucha contra la emergencia climática.
A nivel global, la producción de alimentos suma hasta casi una tercera parte de la huella de carbono en el planeta.
La huella del carbono alude específicamente a los gases de efecto invernadero (GEI) responsables del cambio climático que se generan como consecuencia de cualquier actividad, en términos de toneladas de CO2 equivalente (tCO2e), el GEI más abundante producido por la quema de combustibles fósiles.
La producción de alimentos representa entre la cuarta y la tercera parte de las emisiones globales de GEI causadas por el ser humano, con un total anual de 18 gigatoneladas de CO2 equivalente. Eso comprende la producción, procesamiento, transporte, envasado, distribución, consumo y gestión de residuos. De este total, el 71% corresponde a la agricultura y ganadería, así como al uso de las tierras.
Una reducción global de las pérdidas y desperdicios en el volumen de alimentos que producimos es un imperativo en la lucha contra la emergencia climática.
Hay muchas formas de contribuir a evitar ese malgasto de alimentos. Es difícil especificar medidas concretas de cómo proceder, pues en cada caso se dan soluciones particulares que no pueden ser copiadas para otras ocasiones. Sin embargo, podemos adoptar recomendaciones generales que sirven para guiarnos en nuestra actitud.
1.- Valora el trabajo que requiere producir los alimentos. Hacen falta semillas y tierra, agua y trabajo, protección y paciencia.
2.- Reduce el desperdicio de alimentos: compra solo los alimentos que necesitas, dona los excedentes y convierte los alimentos sobrantes en la comida del día siguiente.
3.- Apoya a los productores de alimentos: Compra en mercados locales y conoce a los agricultores. Darles una oportunidad de negocio equivale a concederles tu reconocimiento y respeto.
4.- Adopta una dieta más saludable y sostenible: Consumir demasiada comida en general, o demasiada comida de un solo tipo puede conducir a la obesidad, a carencias o a enfermedades relacionadas con la dieta.
5.- Respeta, y difunde en tu entorno, el respeto a los productores de alimentos. El respeto se puede transmitir. Habla con las personas que te rodean y con las nuevas generaciones sobre cómo elegir de forma informada alimentos saludables y sostenibles.
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