El medio ambiente, otra víctima de la guerra

 


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         Se le atribuye a Esquilo la frase “La verdad es la primera víctima de la guerra”. Es una expresión precisa de lo que ocurre al inicio. Pero a continuación, y todos estamos de acuerdo, es la pérdida de vidas humanas la consecuencia más grave y dolorosa de una conflagración bélica. 

También hay muchos más daños, algunos de ellos casi siempre subestimados, aunque terribles. Todos están ligados a alteraciones y destrucción del medio ambiente.  

       Por ejemplo, en los últimos cien años han ocurrido conflictos armados en los puntos clave de biodiversidad del mundo Ellos representan una amenaza crítica para los esfuerzos de conservación. 

En 2001, consciente de que el medio ambiente ha sido la víctima olvidada de la guerra, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 6 de noviembre como el Día Internacional para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados. 

Veamos a continuación, algunos casos históricos y contemporáneos de por qué necesitamos proteger la biodiversidad de los efectos directos e indirectos de las guerras y los conflictos armados: 

1. Agente naranja: Durante casi una década, entre 1961 y 1971, durante la guerra de Vietnam, el ejército de Estados Unidos roció millones de litros de una gama de herbicidas y defoliantes en vastas franjas del sur de Vietnam. El más difundido de los químicos fue el Agente Naranja y fue parte de una destrucción deliberada de bosques para privar a las guerrillas del Viet Cong de la cubierta que les permitió lanzar ataques contra las fuerzas estadounidenses. 

2Guerras civiles congoleñas: Una serie de sangrientos conflictos armados en la República Democrática del Congo han devastado poblaciones de vida silvestre al emplearlas como suministro de carne para los combatientes, los civiles que luchan por la supervivencia o comerciantes. En consecuencia, las especies pequeñas, como los antílopes, monos y roedores, y otras más grandes, como los gorilas y los elefantes de los bosques, han sufrido terriblemente por la guerra. 


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La destrucción casi total de las zonas pantanosas de Irak fue un gran desastre ecológico y humano que privó a los habitantes

de las marismas de una forma de vida y una cultura de siglos de antigüedad, así como de alimentos y agua. REUTERS/Atef Hassan 

3. Las marismas iraquíes: En la década de 1990 las tropas de Saddam Hussein, como respuesta a un levantamiento chiíta en el sur de Irak, drenaron las marismas mesopotámicas, el ecosistema de humedales más grande de Medio Oriente situado en la confluencia de los ríos Tigris y Éufrates. Una serie de diques y canales redujeron las marismas a menos de 10% de su extensión original y transformaron el paisaje en un desierto con cortezas de sal.  

4. Pozos petroleros en Irak: Más recientemente, en 2017, los militantes del Estado Islámico incendiaron pozos petroleros en la ciudad de Mosul, en el sur del país, expulsando al aire, al agua y a la tierra un cóctel tóxico de químicos. 


  

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La protección del medio ambiente se ha dificultado en Afganistán debido a los años de conflicto que han provocado la

degradación de los paisajes y la pérdida de tierras cultivables. ONU Medio Ambiente/Zahra Khodadadi 

5. Los bosques de Afganistán:  Tantos años de conflicto han destruido más de la mitad de los bosques de Afganistán. El país ha sido deforestado hasta en un 95% en algunas áreas, en parte debido a las estrategias de supervivencia de la población y al colapso de la gobernanza ambiental durante décadas de guerra.  

6. Minería y tala en Colombia: Décadas de extracción de oro no regulada en el país han causado daños ambientales en áreas controladas por los rebeldes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). La minería, junto con la extracción ilegal de otros recursos naturales, como la tala, fue una fuente importante de financiamiento para los rebeldes, y ha resultado en la contaminación por mercurio de muchos ríos colombianos. 

7. Hundimientos de armamento en el mar: Durante las dos Guerras Mundiales se realizaron hundimientos de armamento en el mar para evitar su reutilización por el bando enemigo. Se considera como uno de los crímenes medioambientales más graves que aún persiste. Se estima que en los mares del Norte y Báltico haya alrededor de 1,6 millones de toneladas de municiones. El gran problema es que acabarán liberando compuestos tóxicos poniendo en peligro la vida de los ecosistemas marinos. 

 

Pueden citarse muchísimos casos más, pero la intención ha sido mostrar la naturaleza y variedad de daños que sufre el medio ambiente durante la ocurrencia de conflictos armados  

Además del dolor que acarrea la pérdida inútil de vidas (en su gran mayoría de gente joven) por enfrentamiento violento entre humanos, debemos tomar en cuenta los daños a veces irreversibles que sufre la naturaleza 

La meta de vivir en paz nos conduce a condenar todo acto de guerra, independientemente de su origen y de las justificaciones que aleguen para iniciarlas. 

 

 

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