La IRA
“No os entreguéis por demasiado a la ira, una ira prolongada engendra
odio” Ovidio.
La
ira es una emoción humana, es una reacción de irritación y rabia causado por la
indignación de sentir vulnerados nuestros derechos. Se produce por la
frustación de no alcanzar algún objetivo o necesidad. Otras causas posibles son
las situaciones en que somos heridos o engañados.
Es una respuesta natural y adaptativa ante las amenazas, inspira
emociones y comportamientos poderosos, y a menudo agresivos, que nos permiten luchar
y defendernos cuando somos atacados. Cierta cantidad de ira es necesaria
para nuestra supervivencia. Pero no podemos emprenderla a golpes con
cada persona u objeto que nos moleste. Leyes, normas sociales, y sentido común
ponen límites al alcance de nuestra ira.
Los efectos físicos de la ira incluyen aumento del ritmo cardíaco,
presión sanguínea y niveles de adrenalina y noradrenalina. Algunos la ven como parte de la respuesta cerebral de
atacar o huir de una amenaza o daño percibidos. Se vuelve el sentimiento
predominante en el comportamiento, cognitivamente y fisiológicamente, cuando
una persona toma la decisión consciente de actuar para detener inmediatamente
el comportamiento amenazante de otra fuerza externa. Lamentablemente
puede tener muchas consecuencias
físicas y mentales negativas.
Expresar la ira
La
gente utiliza una gran variedad de procesos conscientes e inconscientes para
ocuparse de sus sensaciones de ira. Los tres principales son: expresarla,
suprimirla y calmarse. Expresar los sentimientos de enfado de un modo asertivo,
no agresivo, es la manera más sana. Para hacer esto, primero se debe tener
claro cuáles son las necesidades reales, y cómo satisfacerlas sin dañar a
otros. El ser asertivo no significa arremeter contra los demás o exigir;
significa ser respetuoso con uno mismo y los demás.
Otro modo de afrontar la ira consiste en suprimirla
para luego transformarla o redirigirla. Esto sucede cuando se reprime la rabia,
se deja de pensar en ella y nos centramos en algo positivo que hacer. El
objetivo es inhibir o suprimir la ira y convertirla en un comportamiento más
constructivo. El peligro con este tipo de respuesta es que al inhibir la
expresión exterior de la ira, puede volverse hacia el interior, hacia uno
mismo, provocando hipertensión o depresión.
La ira no expresada puede crear otros problemas. Por
ejemplo, puede dar lugar a expresiones patológicas de ira tales como
comportamiento pasivo-agresivo (vengarse indirectamente, sin decir claramente
el motivo, en vez de enfrentarse directamente a la persona), o adoptar una
actitud cínica y hostil permanente.
Las personas que están constantemente rebajando a
otras, criticando todo, y haciendo comentarios cínicos no ha aprendido cómo
expresar su enfado de un modo constructivo. No es extraño que estas personas no
suelan tener mucho éxito en sus relaciones.
Otra estrategia consiste en calmarse. Esto significa
no sólo controlar el comportamiento exterior, también controlar las respuestas
internas, tomando medidas para bajar el ritmo cardíaco, tranquilizarte, y dejar
que la ira vaya pasando.
El objetivo al manejar la ira consiste en reducir tanto las emociones
como la activación fisiológica que provoca. Tal vez no se puede evitar las
cosas o librarse de las personas que desencadenan la ira, ni tampoco se pueden
cambiar, pero sí puede aprender a controlar sus propias reacciones.
Pero que pasa cuando esta forma de
expresión se vuelve la UNICA forma de actuar ante situaciones de estres?
Ante esta situación se puede seguir un ejercicio
sencillo para
primero ver si esto se esta volviendo un problema y cuales pasos se pueden
dar para controlarlo:
1. Apunte en una hoja las situaciones en que ha perdido
el control. Vea en estas situaciones que sintió o pensó en ese momento. Trate
de ver si hay un patrón, por ejemplo: me enojé 5 ocasiones en esta semana,
todas fueron con diferentes personas pero en todas me senti atacado.
2.
Si hay un patrón, vea que tan realista es la sensación
que sintió. Todos me atacaron? O en
realidad solo lo interpreté así y, solo fueron duros o me decían las cosas por
mi bien pero sin afán de atacarme?
3. Desafíe a sus pensamientos. Si cree que lo están
atacando, dude un poco de esto, vea que otra buena razón puede tener esa
persona para actuar así. Busque una explicación alterna. Tal vez no es un
ataque, tal vez se comporta así con todos los demás y no fué su intencion
hacerme sentir atacado.
4.
Apunte estas explicaciones alternas, tráigalas a la
mano y úselas en su favor. “Siento que
voy a enojarme pero debo detenerme un momento y pensar en mis explicaciones
alternas”.
5. Vea
como poco a poco el reflejo del enojo va disminuyendo, compruebe que hay formas
alternas de obtener respuestas y no solo enojarse.
Habrá ocasiones en que
será necesario expresar el enojo y eso está bien, pues hay gente que solo
reacciona al vernos enojados. Pero tambien debe tenerse en cuenta que en la
mayoria de las veces, la gente no necesita vernos enojados para reaccionar
positivamente ante lo que pedimos o queremos.
Si piensa que su ira está realmente fuera de control,
si está teniendo un impacto negativo en sus relaciones y en áreas importantes
de su vida, puede necesitar ayuda profesional para manejar mejor estas
situaciones El psicólogo puede trabajar con Ud. para desarrollar una serie de
técnicas para cambiar su pensamiento y comportamiento por otros más
constructivos.
Hasta pronto!!
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