"EL OCEANO ESTA MURIENDO", dramático relato de un marinero
El experto marinero australiano Ivan Macfayden relata
la colosal desilusión que experimentó en su último viaje por los mares de
Australia, Japón, Nueva Guinea y Estados Unidos. Es un testimonio devastador
sobre cómo los mares están siendo destruidos por el hombre… Y nadie parece
estar haciendo nada al respecto.
“Fue el silencio lo que hizo a este viaje distinto de
todos los anteriores”, apuntó Macfadyen para el diario australiano Herald. “El viento todavía azotaba las velas y
chiflaba en las escotas. Las olas aún rompían contra el casco de fibra de
vidrio. Y había muchos otros sonidos… Pero lo que faltaba eran los alaridos de
los pájaros que, en viajes previos, habían rodeado al barco. Los pájaros
faltaban porque los peces faltaban”.
Exactamente diez años antes, el marinero Macfadyen
navegó exactamente el mismo curso desde Melbourne hasta Osaka, y lo único que
tenía que hacer para pescar era tirar una cuerda con carnada. Esta vez, en esa
gran porción del océano, el total de peces que pescamos durante 28 días fueron
dos”, apuntó. “Sólo la desolación del océano rodeó nuestro barco mientras
recorríamos un mar fantasma”.
Después de esto, al norte del ecuador, arriba de Nueva
Guinea, los marineros vieron un gran barco pesquero trabajando en un arrecife a
la distancia.
Estuvo ahí toda la noche y todo el día. Y en la mañana
nos dimos cuenta que habían mandado un bote de motor hacia nuestro barco.
Obviamente me preocupé. Estábamos desarmados y los piratas están por todas
partes en esas aguas. […] Pero no eran piratas, o al menos no en el sentido
convencional. El bote llegó a nosotros y los malayos nos ofrecieron cinco sacos llenos de pescado. Era pescado bueno, grande, de todos los tipos.
Les dijimos que no podíamos comer todo ese pescado, sólo
éramos dos, sin lugar donde almacenar todo eso. Sólo se encogieron de hombros y
nos dijeron que los tiráramos por la borda.
O lo harían ellos, pues sólo era una pequeña fracción de la pesca del día.
Que ellos sólo estaban interesados en el atún y que para ellos todo lo demás
era basura.
Macfadyen pensó en todos los barcos, que al igual que
éste están acabando el océano poco a poco. Con razón el mar está muerto. Con
razón sus líneas con carnada no pescaron nada. No había nada qué pescar. La
historia continuó empeorando mientras avanzaban desde Osaka a San Francisco.
Cuando dejamos Japón, se sintió como si el mar
estuviera en sí muerto. Casi no vimos cosas vivas. Vimos una ballena que estaba
dando vueltas en la superficie con lo que parecía un gran tumor en su cabeza.
En mi vida he recorrido muchas millas en el océano y estoy acostumbrado a ver
tortugas, delfines, tiburones y grandes bandadas de aves marinas. Pero esta
vez, por 3 mil millas náuticas no había nada vivo que ver.
En lugar de vida, había basura en volúmenes
impresionantes. Parte de ello eran ruinas del tsunami que atacó a Japón hace un
par de años. La ola levantó una cantidad inconcebible de cosas y las llevó al
mar. Y ahí siguen, en todas partes, a donde volteas.
Macfadyen y su hermano encontraron nudos gigantes de
cuerda sintética, hilo de pecar y redes; millones de pedazos de espuma de
polietileno; manchas de petróleo y aceite; postes de luz con todo y cables que
fueron arrancados por el tsunami; botellas de refresco; contenedores gigantes
flotando en la superficie; una chimenea de una fábrica; y mucho más cosas.
Tantas que no podían encender su motor por miedo a enredarse con algo si lo hacían.
“Estábamos serpenteando alrededor de toda la basura.
Era como velear en un pozo de basura”.
De regreso en New Castle, Ivan Macfadyen aún está
tratando de asimilar el horror que vivió en su viaje. “El océano está muriendo”, dijo.
Reconocer este problema es una tarea vasta, y parece
que ninguna organización o gobierno tiene interés en hacer algo al respecto.
Macfadyen se dirigirá a ministros del
gobierno australiano, para pedirles que ayuden en atacar este problema.
Previamente se acercará a los organizadores de competencias marítimas, en
Australia, para convocar a nivel internacional a grupos de marineros
voluntarios que monitoreen la basura que está afectando la vida marina.
Este relato es un llamado a la reflexión de todos nosotros.
Debemos esforzarnos en limpiar nuestro hermoso planeta y evitar la destrucción
de nuestros mares.
Que la felicidad te atrape y no te deje escapar!!
Hasta pronto!
Fuente: Ecoosfera, oct 25, 2013, que publicó el reportaje hecho por el diario Herald, en New Castle, Australia.
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