¿GUERRA O ECOLOGÍA? ¿A CUAL JUEGAS?

Si nos basamos en los eventos ocurridos durante el año 2022, no nos queda más que aceptar que a los seres humanos nos gusta muchísimo jugar a la guerra,  

Pelear nos llama más la atención que otros problemas de mucha mayor gravedad. Por ejemplo, el calentamiento global, que está y seguirá causando estragos a nivel mundial mucho peores que los actos bélicos que seguimos a diario. 

¿Por qué esta diferencia de actitud? ¿Por qué prestamos mucha atención a fanfarronadas y guerras, y muy poco en proteger nuestra naturaleza? Tanto la guerra como el deterioro del medio ambiente tienen consecuencias terribles, pero a lo largo del tiempo la contaminación ecológica se hará sentir mucho peor. 

Hay actividades como la prevención, sea ecológica o sanitaria, que son labores carentes de beneficios visibles e inmediatos. La recompensa aparece luego de mucho tiempo, tras mucho esfuerzo y mucha dedicación. Son procesos que no despiertan exaltadas pasiones, su práctica más bien exige paciencia y disciplina. 

En cambio, la guerra muestra resultados en muy breve tiempo. Además de causar dolor, destrucción y muertes, aporta visibilidad a políticos ansiosos de notoriedad, beneficios económicos a fabricantes y vendedores de armas, beneficios a algunos medios de comunicación. Y también satisface nuestra morbosa curiosidad. 

La ecología exige abnegación en educar a la población y adoptar normas que permitan erradicar hábitos que maltratan la naturaleza. También es necesario invertir fuertes montos de capital en proyectos que no tendrán un retorno inmediato, pero si permitirán conservar el sistema de vida que conocemos. 

Aún estamos a tiempo de rescatar nuestro equilibrio ecológico. Pero antes debemos deponer las armas y dedicarnos todos unidos a cuidar nuestro hermoso planeta. 

Hasta pronto. 

 

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