La Ira

Todos sabemos lo que es la ira y todos la hemos sentido alguna vez, tanto si se trata de un ligero enfado como una rabia en toda regla.
La ira es una emoción totalmente normal y generalmente sana. Pero cuando está fuera de control y se vuelve destructiva, puede conducir a diversos problemas, como problemas en el trabajo, en las relaciones personales y en la calidad general de la vida de una persona. Y puede dar la sensación de que se está a la merced de una emoción imprevisible y poderosa.
Qué es la ira
La ira es un estado emocional que varía en intensidad, yendo de la irritación leve a la furia intensa. Como otras emociones, está acompañada de cambios fisiológicos y biológicos. Cuando una persona se enfada, su ritmo cardíaco y presión arterial aumentan, al igual que los niveles de las hormonas adrenalina y noradrenalina. La ira puede ser debida a acontecimientos externos o internos. Podemos enfadarnos con una persona específica (como un compañero de trabajo o supervisor) o un acontecimiento (un atasco de tráfico, un vuelo cancelado), o bien la ira puede aparecer al preocuparse y rumiar problemas personales. Los recuerdos de acontecimientos traumáticos o que nos hicieron enfadar pueden también desencadenar este tipo de emociones.
Por qué algunas personas se enfadan más que otras
Algunas personas se enfadan más fácilmente y de un modo más intenso que la persona media. Hay quien no muestra su rabia de maneras espectaculares o ruidosas, pero siempre está irritable y resentido. La gente que se enfada con facilidad no siempre maldice o lanza objetos por los aires, hay quienes se aíslan, se enfurruñan o se enferman.
La gente que se enfurece fácilmente suele tener lo que los psicólogos llaman una baja tolerancia a la frustración, lo cual significa que consideran que no deberían tener que verse sometidos a frustraciones, inconvenientes o molestias y reaccionan con intensidad ante cualquier pequeña frustración. No pueden tomarse las cosas tal como son y se enfurecen particularmente si la situación parece de alguna manera injusta: por ejemplo, cuando lo corrigen por un error de menor importancia.
Una causa puede ser genética o fisiológica; hay evidencia de que algunos niños son irritables, susceptibles y se enfadan fácilmente, y esto sucede desde una edad muy temprana. Otra causa puede estar en la manera en que nos enseñan a manejar la ira. A menudo la ira es vista como negativa; a muchos de nosotros nos enseñan que es correcto expresar ansiedad, depresión u otras emociones pero no expresar ira. Consecuentemente, no aprendemos cómo dirigirla o canalizarla de un modo constructivo. En diversas investigaciones también ha encontrado que los antecedentes familiares desempeñan un papel importante. Típicamente, las personas que se encolerizan fácilmente provienen de familias que son disruptivas, caóticas y poco hábiles en la comunicación emocional.
¿Es bueno liberar la ira?
Los psicólogos consideran que esto es un mito peligroso. Algunas personas utilizan esta teoría como licencia para lastimar a otras. Las investigaciones realizadas han encontrado que dejarse llevar por la ira y dejarla salir libremente desencadena más ira y agresión y no sirve de ninguna ayuda para resolver la situación. Es preferible descubrir qué ha desencadenado tu ira y después desarrollar estrategias para impedir que esos desencadenantes te saquen de tus casillas.
Terapia psicológica para manejar la ira
Si piensas que tu ira está realmente fuera de control, si estás teniendo un impacto negativo en tus relaciones y en áreas importantes de tu vida, puedes necesitar ayuda profesional para manejar mejor estas situaciones El psicólogo puede trabajar contigo para desarrollar una serie de técnicas para cambiar tu pensamiento y comportamiento por otros más constructivos.
A la hora de buscar un terapeuta, asegúrate de que su línea de trabajo no consiste sólo en ayudarte a estar en contacto con tus sentimientos y expresarlos, pues ese puede ser precisamente tu problema y no haría más que agravarse.
Con la ayuda de un psicólogo, una persona intensamente enfadada puede acercarse a una nivel medio de ira en unas 8-10 semanas, dependiendo de las circunstancias y las técnicas de terapia utilizadas.

¡¡Hasta pronto!!



Fuente:Ana Muñoz en Cepvi.com


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