LA SOLEDAD

Foto de CoPPA

 Un chico de 12 años en su primer día en un colegio nuevo.  Un joven pueblerino recién mudado a una gran ciudad. Una ejecutiva que lucha por sobresalir en su trabajo y no tiene tiempo para mantener buenas relaciones con familiares y amigos. Una persona anciana que recién ha enviudado y su mala salud le dificulta ir a visitar a nadie.  Cada uno de ellos se siente solo. 

 ¡Cualquiera puede padecer soledad! * 

Varios estudios internacionales indican que más de una de cada tres personas en los países occidentales se siente sola, habitualmente o con frecuencia. 

La mayoría de estas personas quizá no son solitarias por naturaleza, pero se sienten socialmente aisladas, aunque estén rodeadas de gente.  

El sentimiento de soledad, al principio, hace que una persona intente entablar relación con otras, pero con el tiempo la soledad puede fomentar el retraimiento, porque parece una alternativa mejor que el dolor del rechazo, la traición o la vergüenza.  

Cuando la soledad se vuelve crónica, las personas tienden a resignarse. Pueden tener familia, amigos o un gran círculo de seguidores en las redes sociales, pero no se sienten verdaderamente en sintonía con nadie. 

 Una persona que se siente sola suele estar más angustiada, deprimida y hostil, y tiene menos probabilidades de llevar a cabo actividades físicas.  

Las pruebas biológicas realizadas muestran que la soledad tiene varias consecuencias físicas: se elevan los niveles de cortisol —una hormona del estrés—, se incrementa la resistencia a la circulación de la sangre y disminuyen ciertos aspectos de la inmunidad.  

Los efectos dañinos de la soledad no se acaban cuando se apaga la luz ¡La soledad es una enfermedad que no descansa! 

Aumenta la frecuencia de los micro-despertares durante el sueño, por lo que la persona se levanta agotada. 

El motivo es que, cuando el cerebro capta su entorno social como algo hostil y poco seguro, permanece constantemente en alerta.  Dejamos nuestro cuerpo exhausto, reducimos nuestra protección contra los virus y la inflamación, y aumentamos el riesgo y la gravedad de las infecciones vírales y de muchas otras enfermedades crónicas. 

 Con frecuencia las personas solitarias no son conscientes de muchas de las cosas que les suceden, no lo saben. Por ejemplo, se agudiza de forma implícita la hipervigilancia en busca de amenazas sociales y se reduce la capacidad de controlar los impulsos. 

Los familiares y amigos suelen ser los primeros en detectar los síntomas de soledad crónica. Cuando una persona está triste e irritable, quizá está pidiendo en silencio que alguien la ayude y conecte con ella.  

La paciencia, la empatía, el apoyo de amigos y familiares, compartir buenos momentos con ellos, todo eso puede hacer que sea más fácil recuperar la confianza y los vínculos y, en definitiva, reducir la soledad crónica. 

La soledad, dada su frecuencia y sus repercusiones en la salud, debería recibir más atención en las escuelas, en los sistemas de salud, en las facultades de medicina y en las residencias de ancianos para garantizar que profesores, profesionales de la salud y trabajadores en centros de tercera edad sepan identificarla y abordarla. 

 ¿Ayudan las redes sociales? Depende de cómo se usen, sin olvidar que una conexión a través de Internet no sustituye a una real Cuando la gente utiliza las redes para enriquecer las interacciones personales, pueden ayudar a disminuir la soledad. Pero cuando la intención es reemplazar a una auténtica relación humana, se obtiene el resultado opuesto.  

Imaginen un coche. Si una persona conduce para compartir un rato agradable con sus amigos, seguramente se sentirá menos sola. Pero si se pasea solo para saludar de lejos y ver cómo los demás se lo pasan bien, su soledad seguramente seguirá siendo igual o peor. 

 Cuando un niño se cae y se hace daño en la rodilla, una nota comprensiva o una llamada a través de Skype no sustituye al abrazo consolador de sus padres. 

¡¡Hasta pronto!! 


  •  Extracto de un artículo publicado en 2014. Acerca de los autores: 

John T. Cacioppo, autor de Loneliness (WW Norton), es catedrático de psicología y dirige el centro de neurociencia cognitiva y social en la Universidad de Chicago.  

Stephanie Cacioppo es profesora de psiquiatría y neurociencia en el mismo centro. 

 

 
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Comentarios

  1. Excelente. Le tengo mucho miedo a la soledad y la peor soledad es la que sufres cuando hay mucha gente a tu lado pero que no comparte contigo, es la soledad que sientes en medio de una multitud

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  2. Saludos Jesús.
    Creo que fue Gabriel Garcia Marquez, quien escribió: "El secreto de una buena vejez, no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad".
    En mi caso, es difícil no estar de acuerdo ... estando en ese fase de la vida, creo disfrutar su compañía. Quizas sea más fácil, en mi caso, porque mucho tiempo me he refugiado en ella, para aislarme de alguna manera de las acciones que propone esta sociedad deshumanizada ... que por cuerto, se parece a otrosmomentos de la historia del mundo que se suponian superados.

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  3. Disculpa que no me identifique en mi comentario. Debo ponerme al día con estas cosas.
    Miguel Angel Garcia.

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    1. Un gran abrazo Miguel ¨Ángel. Cada pedrsona tiene una opinión particular sobre la soledad. Hay quienes la disfrutan, otros se amoldan a ella y muchos más se enferman y la sufren cuando ella viene a acompañarles. Pero en todos los casos contar con dos o tres buenos amigos es una gran ayuda para aliviar los malestares de la soledad.

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